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Estatua del Jinete de Artemisio en bronce
Escultura del Jinete de Artemisio: ¡Sumérgete en la Emoción de la Carrera Antigua!
La estatua de bronce del joven jinete y su caballo, hallada en un naufragio frente al Cabo Artemisio en Eubea, fascina por su riqueza y detalle. La obra original, con las riendas sujetas firmemente en la mano izquierda y un látigo dinámico en la derecha, que se han perdido, captura el preciso momento de una carrera desenfrenada. La expresión cautivadora del rostro del joven jinete testimonia una emoción palpitante y electrizante, reflejando los intensos escalofríos del instante plasmado en bronce. Los ceños fruncidos y los rasgos expresivos marcados en su frente revelan una fusión de pasión, anticipación y energía dinámica. Cada detalle facial se convierte en una ventana abierta a la esencia misma de la acción, evocando la efervescencia de la carrera ecuestre y la concentración ardiente del jinete en plena competición.
El imponente Jinete de Artemisio, en bronce, constituye un hallazgo arqueológico excepcional. Encontrado en fragmentos dispersos entre 1928 y 1937 frente al cabo Artemisio, ha sido meticulosamente recomponido para ofrecer una visión intacta de la Antigüedad. La obra, atribuida a un escultor anónimo hacia el 140 a.C., se distingue por su desviación de otros jinetes esculpidos en la frisa del Partenón. Encarna la libertad de expresión floreciente de la época helenística, emergiendo en las magníficas cortes de los monarcas herederos de Alejandro Magno.
Características de nuestra Estatua del Jinete de Artemisio en bronce:
Altura: 32 cm.
Ancho: 17.5 cm.
Profundidad: 9.5 cm.
Peso: 2.5 kg.
Materiales: Bronce.
Acabado: color bronce antiguo.
Materiales de la base: Mármol.
Dimensiones de la base: 16 X 7 X 3 cm.
Reproducción artesanal completamente hecha y pátinada a mano.
En stock.
Tiempo de entrega: Aproximadamente 1 a 3 semanas.
Vive la Potencia y la Juventud en su hogar : Estatua de Joven Jinete y Caballo, Símbolo de la Osmosis entre el Hombre y la Naturaleza
Descripción de la obra:
El joven jinete, que parece tener apenas una docena de años, encarna la juventud y la audacia en esta impactante composición artística. Montado sobre el lomo de su caballo sin silla, sujeta las crines del animal con solo los pies descalzos, intensificando el aspecto intrépido de su postura. El potente gesto del brazo izquierdo, impulsando al caballo en un galope frenético, contrasta con el impacto del brazo derecho, administrando un decidido golpe de fusta.
El instante capturado retrata la agitación tumultuosa de los últimos metros de una carrera, con la mirada del joven jinete fija en su adversario. Las narinas dilatadas del caballo, los ojos inmóviles, las orejas hacia atrás y los músculos tensos hasta el límite se unen para crear una tensión palpable. La ilusión de que el caballo parece elevarse en un último salto desesperado hacia el obstáculo agrega una dimensión dramática a la composición.
Esta escena dinámica rompe con la solemne armonía de las obras anteriores, capturando la energía bruta y la emoción cruda del momento. La maestría artística radica en la capacidad de congelar el movimiento, creando una obra que trasciende la simple representación de una carrera ecuestre para explorar la vida humana frente a las fuerzas naturales.
El impactante contraste entre el joven jinete y el caballo refuerza la evocadora potencia de esta obra excepcional. Apenas con una docena de años, el jinete encarna la juventud y el vigor, demostrando audacia en su postura sin silla. Sus pies descalzos, calzados con espuelas, resaltan la simbiosis entre el hombre y el animal, añadiendo una dimensión de intimidad a su relación.
En esta escena de agitación, la juventud y la pequeña estatura del jinete parecen contrastar con la brutal potencia del caballo. Por otro lado, el caballo, capturado en una frenética explosión de movimiento, exhibe una imponente fuerza física. Las narinas dilatadas, los ojos fijos y los músculos tensos evocan la vitalidad animal en su apogeo. Sin embargo, a pesar de este aparente contraste, emerge una unidad emocional y de propósito.
Ambos seres, a pesar de sus diferencias evidentes, están unidos por una frenética colaboración y un objetivo compartido. Su dinámica conjunta captura la complementariedad de la relación hombre-caballo, fusionando la energía juvenil con la fuerza animal en una simbiosis emocional única. Esta alianza paradójica confiere a la obra una profundidad, destacando la belleza en la diversidad y la armonía en la dualidad.
Potencia y Fragilidad: Estatuilla del Jinete Griego, Una Invitación a la Contemplación Personal
Una de las significados de esta formidable obra maestra probablemente sea la relación entre el hombre, representado aquí por un joven, y la inmensurable potencia de la naturaleza. En el corazón de esta representación, la obra va más allá de la simple escena de carrera ecuestre para convertirse en una alegoría impactante de la condición humana frente a los elementos indomables de la naturaleza. Profundiza en la frágil coexistencia entre el hombre y la naturaleza, explorando la complejidad de las relaciones entre ambos.
La ausencia de silla y los pies descalzos del joven jinete destacan una conexión orgánica con el mundo natural, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad inherente del individuo frente a fuerzas que lo superan. La frenética carrera del caballo, capturada en el movimiento intenso, simboliza la huida perpetua del tiempo y de los desafíos inevitables que enfrenta la humanidad.
Al enfrentar al hombre con poderes mucho más vastos, la obra refleja la realidad de nuestra existencia, donde las fuerzas naturales son inconmensurables y a veces desconcertantes. Sin embargo, también revela la determinación intrínseca del hombre para guiar el curso de su destino incierto. A pesar de la fragilidad de nuestra condición, la figura del joven jinete se erige como un símbolo de resistencia, ilustrando la capacidad humana para enfrentar los desafíos con valentía e influir en el rumbo de su propia destinación. Esta dualidad entre la fragilidad y la fuerza interna confiere a la obra una profundidad emocional, invitando al espectador a contemplar su propia relación con el mundo que lo rodea.
Posea la Historia: Carreras de caballos en la antigüedad, una Oda a la Grandeza y la Victoria
Las competiciones de carreras de caballos y carros en la Antigüedad eran eventos de renombre excepcional, cautivando la atención de figuras ilustres como el emperador romano Néron. La leyenda cuenta que incluso en caso de vuelco de su carro, Néron siempre lograba ganar la victoria. Sin embargo, la verdad radica en que los otros competidores suspendían su carrera, anticipando el triunfo inevitable del hombre más poderoso del mundo.
Estas carreras no eran solo manifestaciones de habilidad ecuestre, sino también arenas de poder y prestigio. Personalidades influyentes, buscando demostrar su superioridad, participaban en estas competiciones, suscitando admiración y respeto. Las hazañas notables, como la de Néron, se convertían en leyendas, fortaleciendo el vínculo entre el mundo del deporte y el poder político.
A través de estos eventos, los participantes buscaban inscribir su nombre en la historia, al estilo de los héroes antiguos. Las carreras eran mucho más que simples competiciones deportivas; eran momentos en los que la grandeza individual se medía con el poder político, creando una fusión única entre la fuerza física y el estatus social. Así, la celebración de la victoria de Néron no fue solo un triunfo deportivo, sino también una afirmación simbólica de su poder soberano.